domingo, 10 de mayo de 2009

100 PEKINES QUE SE HICIERON SALVAJES

Hace muchos años atrás, en un pequeño pueblito del Sur-oriente del Perú, un joven agricultor muy entusiasmado por emprender la actividad agrícola, compró un pequeño terrenito de 60 hectáreas a 45 kilómetros de la ciudad y seis kilómetros adentro de la carretera, es decir a 52 kilómetros de la ciudad, de los cuales se trasladaban en camionetas, medios camiones de la ciudad hasta el km. 45 y de ahí tenían que caminar a pie siete kilómetros, es decir era toda una tavesía llegar hasta el terrenito adquirido. Esta historia sucediò aproximadamente hace 30 años atràs.
Este jóven que tenía aproximadamente 24 años de edad, para su mala suerte tenía una esposa muy pitucada como decimos en mi pueblo, es decir que quiere darse de la clase alta cuando en realidad no tiene nada, bueno el asunto es que este joven no contaba con el apoyo de su pareja, por lo cual se alió con una de sus hermanas que al verlo tan entusiasmo por querer hacer futuro en la chacra, le ofreció todo su apoyo y así emprendieron el trabajo.
Empezaron a hacer chacra como decimos es decir limpiar el monte alto y las hiervas para sembrar productos de pan llevar, en una extensión de cinco hectáreas, y dos hectáreas para verduras, en las cinco hectáreas sembraron arroz y maíz y en las otras dos hectáreas sembraron tomates, pepinos, coconas, maracuyas, ají, en fin una serie de productos entre verduras y frutales.
La chacrita como la llamaban se bautizó con el nombre de "Fundo Los Pekines", justamente porque en el afan de crecer no solo con productos de pan de llevar sino de avez, estos dos hermanos compraron 100 pekines bebes, los cuales los trasladaron en su cajita de cartón, que por cierto a medio camino se desfondaron los cajones y tuvieron que llevaron a pie, es decir arreandolos por todo el camino, como eran pequeñitos, muchos de ellos se cansaban y se quedaban paraditos, entonces entre todos los que iban que eran aproximadamente seis personas, los cogían entre sus brazos y les ayudaban por un cierto tramo; así, después de un largo día de travesía por el camino de siete kilómetros llegaron sanos, salvos aunqeu cansaditos los 100 pekines, siendo ellos las primera aves que poblaban el Fundo los Pekines.
El fundo los Pekines, tiene una linda vista, estaba rodeado de dos hermosas quebradas de aguas cristalinas, las mismas que desembocaban al río Tambopata, a su entrada tenía una hermosa lomadita que permitía visualizar todo el panorama verde de la selva, dicha chacrita también contaba con muchos árboles de castaña y algunos árboles maderables como la caoba, cedro, tornillo, ishpingo, entre otros.
Los hermanos muy entusiasmados invirtieron no solo su tiempo sino que casi todos sus ahorritos, compraron muchas cosas que se necesitan en la chacra, contrataron gente para la siembra, mantenimeinto y cosecha del arroz, maíz yuca entre otros, construyeron galpones y corrales, la casita con su cosina, en fin usted se pueden imaginar cuanta inversión hicieron. Lo triste fué que al pasar el tiempo después de un año de permanencia se quedaron decepcionados y un poco fustrados, tenían llenos los galpones de la cosechas de arroz, maaíz, yuca, plátanos, ajis, tomates, pepinos, pero aquí estaba el problema que cuando salían con sus productos hacia la carretera es decir siete kilómetros a pie no había movilidad que los querían recoger con carga, para ése entonces la carretera como mal lo llamabamos era solo una trocha carrozable y únicamente recogían pasajeros pero sin carga; entonces amigos, se podrán imaginar que fustración tan grande tuvieron aquellos jóvenes hermanos al no poder sacar sus productos para la venta y poder aprovechar y recuperar sus capitales invertidos, en ése entonces ésos siete kilómetros de la carretera al fundo los Pekines era un caminito lleno de cochas como decimos, y que apenas podíamos caminar pero ni siquiera se podía ingresar en bicicleta.
Queridos amigos, podemos imaginarnos que éstos hermanos no podían sacar su producción para la comercialización ni mucho menos podían traer los Pekines para la venta, porque estaban tan gordos que pesaban demasiado como para cargarlos siete kilómetros y después en la carretera no los podían recoger porque estaban con carga.
El desenlace de la historia, les contaré en mi próximo blog, la triste historia de los Pekines, los espero en otra oportunidad, hasta pronto, su amiga de siempre, Candela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario