sábado, 14 de febrero de 2009

El Chullachaqui, Hombrecito Misterioso de la Selva Peruana

Construyendo Nuestra Balsa

Entonces, no nos quedó otra alternativa que tomar calma y juntamente con la cantidad de los pequeños duendecillos, es decir la cantidad de hombrecitos pequeñitos que nos habían acompañado, todos juntos nos sentamos en las orillas del río Piedras a planear ¿cómo íbamos a construir nuestra balsa?, nos parecía algo díficil y una tarea imposible, puesto que nosotras dos mujeres que casi por primera vez nos encontrábamos en el bosque no conocíamos nada de como poder buscar un árbol adecuado para hacer la balsa, y de los cuatro jóvenes acompañantes de la expedición únicamente uno de ellos por dos o tres oportunidades muy cortas estaba en la selva, pero que tampoco conocía de monte. Lo más insólito era pensar como esas pequeñas criaturas "Los Chullachaquis" nos podían ayudar a confeccionar una balsita, sin embargo, por parte de ellos se notaba una gran seguridad y solo miraban a su alrededor.

Después de un largo descanso y reposo a orillas del río Piedras a trece días río arriba de la capital de deparmento de Puerto Maldonado, donde casí imposible creer que una embarcación podía pasar y nos auxiliarian, todas nuestras esperanzas de que algien nos rescate se habían desvanecido.

Empezó el ardúo trabajo de conseguir bastante topa, la topa es un árbol de regular tamaño de unos seis a diez metros, con una dimensión de 80 cm., de diámetro y eso fué toda la tarde que nos quedó y el día siguiente, nos internamos en tres grupos dirigidos por nuestros amigitos los Chullachaquis en busca del preciado arbolito Las Topas, cuanto más gruesa podíamos encontrar era mucho mejor porque así flotarían en el río y no nos hundiríamos, así fué con el conocimiento grande de los Chullachaquis nos fué fácil conseguir una gran cantidad de árboles de topa, para derribarlo utilizamos sus herramientas de ellos mismos, confeccionados a base de su propia creatividad, tenían la forma de un machete pero eran un poco más gruesas y pequeños, sus lanzas estaban hechas a base de pona adornadas con hermosas plumas de guacamayos, bueno esas pequeñas herramientas que parecían insignificantes, fueron nuestras salvaciones, y poco a poco llegamos a tener el suficiente material de topa para empezar con el armado de nuestra balsa.

¡ah! faltaba las soguillas, que por supuesto eran sacadas de los árboles de Tarzán como ellos la conocían, eran unos inmensos árboles a los cuales les hacían unos tajos en la parte baja del árbol y uno de los Chullachaquis se subía a la copa del árbol a jalar la soga, así fué, ya teníamos todos nuestros insumos y empezó el armado de nuestra balsita.

Mientras el Curaca Chullachaqui daba la dirección técnica para el armado otro equipo de ellos se encargaban de confeccionar los remos, que por cierto fueron hechos de la mejor madera que la naturaleza Pueruana puede tener El Cedro Fino, como dijo el Curaca Chullachaqui, una Balsa y unos Remos para unos amigos especiales, y tienen que ser de lo mejor.

Asì fué, al tercer día de ardúo trabajo sin parar de colocar y amarrar los diferentes nudos de la balsa, guardando la simetrìa correspondiente, porque todo tenía que ser exacto, no podía haber errores, había una exactitud en las medidas y espacios de una topa a otra de un nudo a otro, todo era exacto milimetricamente, al igual que el tallado de los seis remos tenían una precisión y exactitud única, no se aceptaban errores en su fabricación, pareciera que los había confeccionado una máquina a medida exacta, con una simetría única, al final, observar nuestra balsa con sus seis hermosos remos a mí y a mis compañeros de aventura nos cayeron las lágrimas de alegría, porque al fin teníamos en que regresar a casa sanos y salvos, y el solo hecho de pensar que estábamos de regresos nos hizo llorar.

Nuestros amiguitos los Chullachaquis, pensaron que llorábamos porque los dejábamos a ellos, pero en realidad eran dos sentimientos confundidos, ya nos habíamos acostumbrado a convivir con ellos, ya habíamos aprendido sus costumbres, ya lo habíamos conocido sus alegrías y sus tristezas, ya nos fué díficil alejarnos de ellos, qeuríamos retornar a casa a donde nuestros familiares y nuestros seres queridos, pero a la vez no queríamos alejarnos de nuestros amiguitos los Chullachaquis.

Continuará...

Otra vez muchísimas gracias, por su ambilidad en leer esta linda historia.

Su amiga de Siempre. Candela.


El Chullachaqui, Hombrecito Misterioso de la Selva Peruana

De Regreso a Casa

Al día siguiente, muy temprano, era un movimiento total, hombres y mujercitas que preparaban y hacían de todo, las mujeres preparaban en sus canastones las provisiones para el viaje de retorno, los hombres alistaban sus filudas armas para el viaje, otros conseguían sogillas y topas para llevar, en fin era un ajetreo tremendo; a la hora de almuerzo el Jefe de los Chullachaquis, anunció que nosotros los gigantes como nos llamaban ya nos íbamos a retirar de su pueblo porque habían nuestros seres queridos que nos estaban esperando, y que ése era nuestro último día en su pueblito, por lo tanto era también fiesta, muchos o casis todos se pusieron tristes, lloraron y nos pedían a gritos que no nos fuéramos, que nos quedáramos con ellos, que por favor seámos parte de su mundo, eran tan dulces los ruegos que más de uno de nosotros casí accedimos, pero yo practicamente que era la líder del grupo, tenía que ser firme y con el dolor de mi corazón tuve que pedirles que por favor nos dejaran ir a ver a nuestras familias y que regresaríamos, creo que esa última palabra de regresar los tranquilizó un poco y aceptaron que nos deberíamos ir de su pueblito.

Las mujercitas, niños, y en fin todos se acercaban hacia nosotros a abrazarnos muy fuertemente con sus diminutas manitos, nos decían cuanto nos querían y que van a estar a la espera de nuestro retorno.

Ahora que ha pasado buen tiempo de este hermoso episodio, me considero que los engañé, les mentí, porque hasta ahora no puedo regresar a tan hermoso lugar, pero si sueño algún día estar nuevamente con todos ellos reunidos.

La fiesta de despedida fue linda pero con un aire inmeso de tristesa, todos queríamos reir pero llorábamos, nos abrazábamos con aquellos seres diminutos y juntos nos poníamos a llorar, sin embargo hicimos muchas promesas pero la más importante de mi parte fué no olvidarlos jamás, y tenerlos siempre en mi corazón, y eso sí lo estoy cumpliendo, y estoy combatiendo contra muchos escritores que han escrito fealdades sobre ellos, yo sigo diciendo y me ratifico que LOS CHULLACHAQUIS SON SERES MÁGICO Y MARAVILLOSOS, son los seres más dulces, sinceros y llenos de virtudes que tienen mucho que enseñarnos, los chullachaquis que aún viven en las profundidades de la enmarañada selva Peruana, permanecen intactos con los valores propios de sus costumbres.

Ya de retorno en busca de nuestra canoa que se había quedado en la orilla del río Piedras, la carabana era inmensa de pequeños hombrecitos el Jefe iba adelante juntamente con uno de mis compañeros que según él tenía mayor experiencia en caminatas del bosque, así empezó nuestra caminata de retorno, para que les cuento la despedida fue entremecedora y en sus ojitos se veía una esperanza de que nosotros volveríamos algún día, creo que aún nos siguen esperando.

El retorno demoró como cinco días, hasta llegar al lugar donde habíamos dejado la canoa, en el camino nos enccontramos con muchos animales selváticos, recuerdo que nos cruzaron como siete hermosos venados, una veintena de conejos, anñujes, picuros y uno o dos manadas de huanganas que por cierto cada manada estaban constituídas de unos doscientos animales de huanganas. También se nos cruzaron tigrillos, lobos de río, ardillas, cantidad de variedad de monos, víboras para que decir, en fin toda la variedad de animales salvajes que uno pueda imaginarse sin contar la gan cantidad de aves de monte que pudimos observar.

Al llegar al supuesto lugar donde habíamos dejado nuestra canoa que era de 14 metros y que estaba prevista de alimentos (víveres), linternas, fósforo, abrigos y un motor peque-peque, ya no estaba, que había pasado? todos nos quedamos quietos y sorprendidos, nuestra canoa ya no estaba. Que había pasado? Quién o quiénes se lo habían llevado? ¿Ahora como vamos a regresar a casa? y mi compañera de viaje se puso a llorar y exclamó: Ahora sí estamos perdidos, jamás regresaremos a casa, y siguió llorando. Otro de nuestros compañeros protestó contra todos nosotros, porque recuerdo que él quería quedarse cuidando la canoa cuando íbamos en busca del punto castañero, pero no lo dejamos y le dijimos que deberíamos ir todos juntos. Nos dijo: si yo me hubiera quedado, ahora que ustedes estan regresando yo los hubiera esperado aquí con la canoa. Otro compañero exclamó: seguro que se lo han robado, los maldtios madereros, o tal vez los mineros. En fin ya no teníamos canoa para emprender nuestro viaje de retorno a Puerto Maldonado, y ahora que haríamos, todos protestaban pero nadie daba una alternativa; entonces para ello, el Jefe Chullachaqui, dijo: hermanos, no se preocupen que en dos días armaremos una balsita para que puedan viajar de retorno, sabemos como hacerlo y aquí mis compañeros son muy expertos, tengan confianza; ahí sentimos que la respiración y la vida regresaba a nosotros.

Cuando la esperanza y la fé se está perdiendo, llega una luz de esperanza, pensé en ese entonces "no todo estaba perdido".

continuará...

Su amiga de siempre. Candela

El Chullachaqui, Hombrecito Misterioso de la Selva Peruana

Planeando el retorno a casa
Y así fueron pasando los días, después de muchísmos días, cuando ya empezábamos a acostumbranos, decidimos conversar con el Jefe de los Chullachaquis y pedirles que nos ayudarán a regresar a casa.
Sinceramente, su mundo mágico de los Chullachaquis nos tenía cautivado, nosotros las mujeres nos entreteníabamos en la cocina, el río y jugando con todas las personas, nuestros compañeros varones ayudaban a los pequeños hombrecitos en zu pesca y caza, lo disfrutaban y eran muy felices. Recuerdo que un día, aayudamos a remendar una de sus mallas de los pescadores, dicha malla estaba hecha de sogillas naturales del monte, eran sogillas pero muy resistentes. fueron dos días de trabajo arduo para el remiendo de la malla de los pescadores. Otros tres dias ayudamos a nuestras damitas a tejer la crisneja, con esas manitos tan pequeñas y diminutas lo hacían a la perfección, nosotras tejíamos una hoja de crisneja en toda una mañana, mientras ellas lo hacían en un par de horas, después ayudábamos en la cocina, y en tejer sus hemosísimas amacas, que por cierto todas las casitas tenían como mínimo de tres a cuatro amacas, aprendí a tejer amacas a base de hilos naturales elaborados por ellos mismos, y su pintado por ungüentos naturales extraídos de frutos selváticos.

Así fueron transcurriendo nuestros días tranquilos y felices, sin mayores preocupaciones, porque todo era nuevo para nosotros, su forma de comer, su forma de dormir, su forma de vestir, su forma de bañarse, totalmente desnudos y desnudas en las orillas de los ríos, su artesanía local y única, tejían mallas de pescar, cortinas, amacas, escobas, bolsas, collares, aprendimos hacer ollitas de barro, y entre muchas otras maravillas.

Realmemete nuestros días en el pequeño pueblito de los Chullachaquis fue innolvidable, fueron únicos, fueron maravillososo, porque pudimos vivir en armonía total, todo el mundo se querían, todos se respetaban, no había el chisme, la codicia, la envidia, la maldad, los males sociales que nosotros los seres humanaos tenemos en nuestro medio ellos no lo tenían, todos vivían en una armonía y paz total, el trabajo era comunitario, cuando algien se enfermaba todos corrían a ayudarlo, no hechaban llaves a sus casitas, todos estraban y salían de cualquier casita como si fuera la suya propia, tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos chullachaquis, ellos nos tienen mucho que enseñar sobre todo en valores pero valores positivos.

Lo cierto es que, fuí yo, después de haber transcurrido veintitrés días de nuestra estadía conversé con mis compañeros de carabana, y le dije que deberíasmos regresar a casa, porque los nuestros seguro que estarían muy preocupadísimos por nuestra desaparición y así fué esa noche nos sentamos a conversar con el Jefe de los Chullachaquis y le pedimos que nos ayudarán a regresar a casa, se puso muy triste y sus asesores que lo acompañaban esa noche en la conversación, nos dijeron que por favor nos quedáramos con ellos, que nos querían mucho y que nos los abandonaramos, tuvimos o mejor dicho tuve que ser firme yo sobre todo, porque mis demás compañeros ahora sí parecían que estaban encantados con este pequeño mundo, y ellos no tenían apuros de regresar a casa.

Entonces, tuve que hacerlos reaccionar, mencionándoles el nombre de sus seres queridos, sus hijos, sus esposas, sus padres en fin fue un poco duro pero reaccionaron y así empezamos a planear nuestro retorno a casa, esa noche que por cierto estaba muy oscura, conversamos muchísimo armando las estrategias para poder regresar a casa.

Continuará...

Ya regreso con los detalles del retorno.

Su amiga de siempre. Candela.

El Chullachaqui, Hombrecito Misterioso de la Selva Peruana

Segundo Desenlace

Al día siguiente cuando despertamos de nuestro sueño profundo y cansado, eran ya las doce del día, el lugarcito donde habíamos llegado tenías como una veinte casitas, y estaba junto a un río, existían muchísimas personitas pequeñas, pero todos muy apurados y trabajando, unos cargaban leña, agua y las mujeres con los niños lavando en el río, también llegaba un grupo de cazadores provistos de venados, picuros y añujes para el almuerzo y alimento de la tribu, si así se les puede llamar.

Era un pequeño pueblo, bien organizado, y todo el mundo se respetaba, y todo el mundo trabajaba, todos tenían sus quehaceres, los niños, los jóvenes, las mujeres, los hombres y los ancianos, en fin era un pequeño mundo con grandes tareas.

El primero que se despertó nos despertó a todos los demás, pero muy asustado nos reunió y nos dijo: debemos preparar nuestra huída, caso contrario esta gente nos comerá. Particularmente mi persona se rió de tan grande estúpidez que decía , pero sin embargo la mayoría del grupo le apoyó y siguieron comentando y armando sus estrategias para su fuga.

Sinceramente combatir con sus creencias de muchos años que se vienen arrastrando hace muchísimas generaciones donde se cree que los Chullachaquis son seres muy malvados y que comen a la gente como nosotros eso es muy díficil, sin embargo, traté en todo momento de calmar su pánico y demostrarles que si yo tenía confianza en ellos y que no nos harían daño. Derrepente se abre la pequeña puerta de donde nos encontramos y aperecieron tres pequeños seres diminutos, uno que era el mismo que nos había traido un poco ya mayor y dos más jóvenes, nos saludaron y nos dieron la bienvenida al nuevo día o lo que faltaba del día, y nos invitaron a servirnos los alimentos del día, fué tal su amabilidad y cordialidad que no dudamos ninguno de nosotros en seguirle; ya en el patio pudimos observar como todos se paraban al observarnos con sus caritas admiradas por nuestra estatura, corrían hacía nosotros y nos cogían de nuestras prendas y extremidades inferiores, algunos de ellos llegaban a darnos la mano con mucha dificultad, parecía un cuento de hadas, un cuento que sí es cuento, porque era realidad, estábamos en una diminuta ciudad con unos diminutos hombrecitos y mujercitas.

Cuando llegamos al centro de la ciudad, estaba todo dispuesto, habían preparado como para celebrar una fiesta, unas pequeñas mesas llenas de comidas y frutas selváticas, recuerdo que pudimos ver pijuayo, aguaje, hungurabi, cashapona, plátano entre otros frutos selváticos, de platos de comida estaba el infaltable pescado envuelto en hoja de vijao, la yuca, el mazato y el riquisito chapo hecho a base de plátano, su mesa se veía muy agradable y exquisita, todo estaba dispuesto para empezar el banquete, el jefe o curaca como creo que lo llamaban, dió el saludo correspondiente y expresó su alegría de tenernos con ellos, todos los pequeños hombrecillos aplaudieron a la vez que hablaba el curaca, que por cierto era el mismo pequeñin que nos había encontrado en el bosque, tenía una voz de una persona ya mayor pero con mucho aplomo, que cuando el Curaca hablaba todo el mundo se quedaban absolutamente callados.

Después de un discurso de bienvenida empezó el banquete y todo el mundo empezó a servirse en hojas de vijao que eras los platos selváticos la cantidad y lo que deseáramos, había una libertad para poder servirnos, los vasos eran de carrizo muy liso, la fiesta empezó y era una fiesta porque niños y mayores participaban del festín y todos nosotros ya éramos parte de la fiesta.

Así transcurrieron como tres o cuatro horas, cuando nos dimos cuenta empezó la verdadera fiesta, las damitas empezaron a bailar todas bien organizaditas y con unos vestiditos muy llamativos, los jóvenes Chullachaquis tocaban el tambor , el cuerno de venado y el esqueleto de un animal, lo cierto que había una verdadera fiesta, existía auna alegria inmensa como lo dijo el curaca primera vez en su reino estábamos seis seres humanos compartiendo unos momentos con ellos. Cuando nos dimos cueta mi amiga que me acompaña en la carabana y los demás muchachos del grupo estábamos bailando junto con todos los chullachaquis, estábamos gozando como si fuera nuestra verdadera fiesta, reíamos y bailábamos al compás de su hermosa melodía que un grupo de Chullachaquis más jóvenes estaban interpretando provistos de algunos instrumentos musicales creativos para su medio.

Comimos, reimos, bailamos y disfrutamos de la fiesta hasta el amanecer, ya cansados nos fuimos a recostar hasta el otro medio día, al despertarnos ya era otra vez más de medio día, nuevamente nos invitaron a comer y luego el jefe nos pidió que lo acompañaramos poque habían caído una sachavaca y un picuro en sus trampas pero que necesitaban ayuda para traerlo, así fué mientras mis cuatro comopañeros acomparanon a la carabana nosotros las dos mujeres nos quedamos paseando por cada una de las pequeñas casitas y compartiendo algunas conversaciones con las Chullachaquis (mujeres) que por ierto tenían una dulzura indescifrable en su rostro, eran tan originarias y auténticas que fue muy fácil confiar en ese pequeño mundo.

Llegó la noche, y el simbar de los tambores empezó, al poco rato llegaron los cazadores muy satisfechos de haber podido ayudar a los Chullachaquis en su caza.

Llegó la hora de ir a descansar, porque la noche estaba encima, aunque el cielo estaba bien estrellado y la luna grande y hermosa dando su luz bien clara.

Era nuestra tercera noche de estar con aquellos seres tan dulces y amables, y ya empezábamos a acostumbrarnos, todos ya un poco más tranquilos nos fuimos a descansar, hasta el otro día.

Continuará...

Nuevamente muchísimas gracias por leerlo.

Su amiga de siempre. Candela.

El Chullachaqui, Hombrecito Misterioso de la Selva Peruana

PRIMER DESENLACE

Cuando me dí cuenta, eran como las diez de la noche, pero nos encontrábamos en una noche de luna, una hermosa luna llena, donde pareciera que se había enendido los focos fluorescentes del bosque, parecía de día, todo estaba muy iluminado, el cielo se eonctraba estrellado, y se escuchaba por todos lados los gritos de los diferentes animales selváticos. Entonces me acerqué donde estaban mis demás compañeros, que por cierto estaban escondidos y temblando, ellos no podían concebir ¿cómo yo podía estar conversando muy alegremente con el Chullachaqui?, creían que me había hinnotizado, embrujado y que ahora ya pertenecía a la familia Chullachaqui. Fue un poco trágico, ganarme la confianza de cada uno de mis compañeros, pusieron resistencia, no querían que me acerqué a ellos, decían que ya estaba embrujada y que los llevaría para que el Chullachaqui se los comiera uno por uno, sinceramente fue una lucha muy fuerte, tuve que usar mi persuación y mi capacidad de convencimiento, al fin con un poco de resistencia logré otra vez estar todos juntos, pero ahora éramos siete, es decir nuestro amiguito el Chullachaqui se incorporó a nuestro grupo y muy cordialmente nos ofreció ayudarnos y nos habló a todos con tanta sencillez que no nos quedó otra cosa que seguirle, caminamos todos bien juntitos con miedo de no perdernos o de ser sorprendidos por algien, bueno ellos caminaron y yo me puse al lado de mi amiguito El Chullachaqui y caminé con mucha confianza, él nos ofreció llevarnos a su humilde morada para poder brindarnos un poco de alimento y que el día siguiente nos iba ayudar a encontrar el camino para llegar hasta nuestra canoa.

Así fué, después de haber caminado, dos o tres horas, llegamos a un hermosísimo lugar, donde existía una quietud única, pero habían casitas hechas con palmeras y crisnejas de la selva, todas tenían faroles en sus puertas, sus paredes estaban hechas de carriso y pona chancada, al llegar al lugar nuestro amiguito tocó en el cuerno de un venado disecado bien fuerte y empezaron a salir muchas personitas igual que él.

El recibimiento, fue lindo y hermoso, había una gran alegría y sinceridad en todas aquellas personitas, nos trajeron pescado ahumado, yuca sancochada y plátano asado, mucha comida para disfrutar, luego trajeron su mazato exquisito y su rico chapo, nosotros que nos encontrábamos habrientos comimos todo lo que pudimos y luego fuimos a descansar en una de las casitas que lo prepararon para nosotros.

El descanso esa noche o ya era madrugada, fué el más maravilloso y mágico que he podido vivir hasta la fecha, recuerdo que ingresamos a la casita que tenía un emtablado de pona batida y nos recostamos muy plácidamente, por las rendijas de los carrizos se observaba ya el amancer, pero nuestro agotamiento y cansancio era demasiado, que nos quedamos profundamente dormidos hasta el día siguiente.

Continuará...

Nuevamente muchas gracias porque espero que les haya agradado la historia.

Su amiga de siempre. Candela.