sábado, 14 de febrero de 2009

El Chullachaqui, Hombrecito Misterioso de la Selva Peruana

Segundo Desenlace

Al día siguiente cuando despertamos de nuestro sueño profundo y cansado, eran ya las doce del día, el lugarcito donde habíamos llegado tenías como una veinte casitas, y estaba junto a un río, existían muchísimas personitas pequeñas, pero todos muy apurados y trabajando, unos cargaban leña, agua y las mujeres con los niños lavando en el río, también llegaba un grupo de cazadores provistos de venados, picuros y añujes para el almuerzo y alimento de la tribu, si así se les puede llamar.

Era un pequeño pueblo, bien organizado, y todo el mundo se respetaba, y todo el mundo trabajaba, todos tenían sus quehaceres, los niños, los jóvenes, las mujeres, los hombres y los ancianos, en fin era un pequeño mundo con grandes tareas.

El primero que se despertó nos despertó a todos los demás, pero muy asustado nos reunió y nos dijo: debemos preparar nuestra huída, caso contrario esta gente nos comerá. Particularmente mi persona se rió de tan grande estúpidez que decía , pero sin embargo la mayoría del grupo le apoyó y siguieron comentando y armando sus estrategias para su fuga.

Sinceramente combatir con sus creencias de muchos años que se vienen arrastrando hace muchísimas generaciones donde se cree que los Chullachaquis son seres muy malvados y que comen a la gente como nosotros eso es muy díficil, sin embargo, traté en todo momento de calmar su pánico y demostrarles que si yo tenía confianza en ellos y que no nos harían daño. Derrepente se abre la pequeña puerta de donde nos encontramos y aperecieron tres pequeños seres diminutos, uno que era el mismo que nos había traido un poco ya mayor y dos más jóvenes, nos saludaron y nos dieron la bienvenida al nuevo día o lo que faltaba del día, y nos invitaron a servirnos los alimentos del día, fué tal su amabilidad y cordialidad que no dudamos ninguno de nosotros en seguirle; ya en el patio pudimos observar como todos se paraban al observarnos con sus caritas admiradas por nuestra estatura, corrían hacía nosotros y nos cogían de nuestras prendas y extremidades inferiores, algunos de ellos llegaban a darnos la mano con mucha dificultad, parecía un cuento de hadas, un cuento que sí es cuento, porque era realidad, estábamos en una diminuta ciudad con unos diminutos hombrecitos y mujercitas.

Cuando llegamos al centro de la ciudad, estaba todo dispuesto, habían preparado como para celebrar una fiesta, unas pequeñas mesas llenas de comidas y frutas selváticas, recuerdo que pudimos ver pijuayo, aguaje, hungurabi, cashapona, plátano entre otros frutos selváticos, de platos de comida estaba el infaltable pescado envuelto en hoja de vijao, la yuca, el mazato y el riquisito chapo hecho a base de plátano, su mesa se veía muy agradable y exquisita, todo estaba dispuesto para empezar el banquete, el jefe o curaca como creo que lo llamaban, dió el saludo correspondiente y expresó su alegría de tenernos con ellos, todos los pequeños hombrecillos aplaudieron a la vez que hablaba el curaca, que por cierto era el mismo pequeñin que nos había encontrado en el bosque, tenía una voz de una persona ya mayor pero con mucho aplomo, que cuando el Curaca hablaba todo el mundo se quedaban absolutamente callados.

Después de un discurso de bienvenida empezó el banquete y todo el mundo empezó a servirse en hojas de vijao que eras los platos selváticos la cantidad y lo que deseáramos, había una libertad para poder servirnos, los vasos eran de carrizo muy liso, la fiesta empezó y era una fiesta porque niños y mayores participaban del festín y todos nosotros ya éramos parte de la fiesta.

Así transcurrieron como tres o cuatro horas, cuando nos dimos cuenta empezó la verdadera fiesta, las damitas empezaron a bailar todas bien organizaditas y con unos vestiditos muy llamativos, los jóvenes Chullachaquis tocaban el tambor , el cuerno de venado y el esqueleto de un animal, lo cierto que había una verdadera fiesta, existía auna alegria inmensa como lo dijo el curaca primera vez en su reino estábamos seis seres humanos compartiendo unos momentos con ellos. Cuando nos dimos cueta mi amiga que me acompaña en la carabana y los demás muchachos del grupo estábamos bailando junto con todos los chullachaquis, estábamos gozando como si fuera nuestra verdadera fiesta, reíamos y bailábamos al compás de su hermosa melodía que un grupo de Chullachaquis más jóvenes estaban interpretando provistos de algunos instrumentos musicales creativos para su medio.

Comimos, reimos, bailamos y disfrutamos de la fiesta hasta el amanecer, ya cansados nos fuimos a recostar hasta el otro medio día, al despertarnos ya era otra vez más de medio día, nuevamente nos invitaron a comer y luego el jefe nos pidió que lo acompañaramos poque habían caído una sachavaca y un picuro en sus trampas pero que necesitaban ayuda para traerlo, así fué mientras mis cuatro comopañeros acomparanon a la carabana nosotros las dos mujeres nos quedamos paseando por cada una de las pequeñas casitas y compartiendo algunas conversaciones con las Chullachaquis (mujeres) que por ierto tenían una dulzura indescifrable en su rostro, eran tan originarias y auténticas que fue muy fácil confiar en ese pequeño mundo.

Llegó la noche, y el simbar de los tambores empezó, al poco rato llegaron los cazadores muy satisfechos de haber podido ayudar a los Chullachaquis en su caza.

Llegó la hora de ir a descansar, porque la noche estaba encima, aunque el cielo estaba bien estrellado y la luna grande y hermosa dando su luz bien clara.

Era nuestra tercera noche de estar con aquellos seres tan dulces y amables, y ya empezábamos a acostumbrarnos, todos ya un poco más tranquilos nos fuimos a descansar, hasta el otro día.

Continuará...

Nuevamente muchísimas gracias por leerlo.

Su amiga de siempre. Candela.

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