lunes, 16 de febrero de 2009

Mis Viajes Estrellados Hacia Argentina

Mi Primer Viaje
Segunda Parte
Después de doce horas largas de viaje en carro, por toda la carretera Panamericana de la Costa Peruana, por la tristeza de haber dejado a mis seres queridos muy lejos, entre dormido y despierto llegamos a la gran ciudad, mi tío Eduardo me dice: Luchito, ya llegamos, esto es Lima, pronto tomaremos un taxi para ir al hotel a darnos un baño para poder viajar en la noche. Mi corazón cada vez latía ahora más agitado, de saber que ya estaba en Lima donde me esperaba el gran avión que me llevaría al país de mis sueños, Argentina.

Ya eran como las siete de la mañana, y desde ahí las horas no avanzaban para bajarnos del carro, porque demoramos como dos horas en llegar al paradero final, la gente bajaba en diversos lugares.

El ayuante del carro, dice: paradero final, señores; todos los que estábamos o quedábamos en lo asientos bajamos apresuradamente, yo sujetaba bien mi maletin y mi pequeña mochila donde llevaba: dos pares de zapatos trujillanos, cuatro camisas, cuatro pantaloncitos, unos cuantos pares de medias y truzas todas por supuesto eran nuevas, entre otras cositas que mi madre lo había preparado.

ya en la calzada de la calle, recuerdo que me quedé con la boca abierta, habían cantidad de edificios grandes y muchísimos carros que iban de un lado para el otro, mi tío derrepente me tocó de la espalda y me dijo: Tienes que ser mosca, despierta porque en un cerrar y abrir de ojos te pueden dejar desnudo. A lo cual atiné diciéndole: Si tío no te preocupes, estoy atento, ¿a qué hotel iremos?, entonces mi tío me contestó: Iremos al hotel Emancipación, ahí la dueña me conoce y es buena gente.

Así fué tomamos un pequeño taxi y después de un mareo de viaje por las calles muy transitadas de la gran capital llegamos al hotel "Emancipación", ubicado en el centro de la ciudad, cerca a la plaza San Martín.

Mi tío Eduardo como viejo conocido se dió de apretones con la dueña del viejo hotel, y le explicó que tenía una misión muy importante, tal vez la más importante de su vida, estaba en comisión familiar y que de por medio estaba el futuro de un gran médico.

Muy amable la señora me dió la bienvenida y nos indicó cual sería nuestra habitación, pasé apresuradamente dejé a un costado de la cama mi maletín y mi pequeña mochila y me alisté a darme un duchaso.

Aproximadamente a las dos de la tarde salimos con mi tío a tomar un almuerzo en un restaurant muy elegante a una dos cuadras. Mi tío Eduardo me decía, saborea hijo, este será tu último almuerzo en el Perú, mañana ya estarás en Argentina saboreando otros sabores.

Por fin llego la hora de tomar el taxi hacia el gran Aeropuerto de Lima, eran las cuatro de la tarde aproximadamente, mi vuelo estaba programado para las siete y treinta de la noche de aquel mágnifico viernes de mayo. Para mí el viaje de la ciudad al Aeropuerto fue el más largo; por fin llegamos al aeropuerto, que bonito, y mis ojos buscaban el avión que me llevaría hacia Argentina.

Después de formar unas largas colas que en realidad de ocho personas, hice pesar mi equipaje es decir mi maletin porque mi pequeña mochila la llevaría en la mano.

Luego vino la espera de mis horas más largas horas, la hora de la partida por fin a mi ansiado Argentina, al lugar donde yo me haría médico, lugar con el cual había soñado por muchísimo tiempo.

Por fin, por os parlantes del Aeropuerto Internacional de Lima, aanunciaron la salia del vuelohacia Buenos Aires Argentina, los pasajeros con pasajes para dicho aís deberíamos ingresar por la puertas número de dos de vuelos internacionales.

Mi tío Eduardo se aprestaba a darme las últimas indicaciones y me daba un fuerte apretón de manos on un fuerte abrazo y me dijo: suerte muchacho, ahí vas a conquistar tu futuro, si las cosas no sales bien, no te rindas, inténtalo nuevamente. Sus palabras fueron muy alentadoras.

Caminé muy apresurado para ponerme en filas de los pasajeros que nos íbamos hacía Buenos Aires, sentía que el corazón ahora sí palpitaba en su máxima velocidad, parecía que en cualquier momento iba a explotar, mi alegría era tan grande que quería gritar a todo pulmón: estoy muy feliz, soy muy feliz..... En fin, ya me encaminaba a las escalinatas del avión, habíamos muchísimas personas que íbamos a viajar. Por fin subí al avión, apresuradamente busqué mi asiento y me coloqué el cinturon muy obediente a las indicaciones de vuelo.

¿Ahora en el avión qué pasó? ¿Cómo fué mi llegada a Argentina?....continuará....

Nuevamente muhas gracias, Su amiga de siempre, Candela.

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