martes, 10 de febrero de 2009

La boa de 40 metros

Recuerdo, que cuando tenía exactamente 6 años y medio, viajaba por carretera en un carro que llevaba gasolina, que pertenecía a los hermanos surco únicos distribuidores de combustible en un lejano pueblo del sur-oriente del Perú, viajaba en compañía de mis cuatro hermanos, mis padres y otros muchos pasajeros que iban con el mismo destino que nosotros.

Mi familia que mis padres eran naturales de Arequipa, pero que todos nosotros habíamos nacido en Puerto Maldonado, regresábamos de la ciudad blanca un poco decepcionados porque no nos habíamos acostumbrado a vivir en Arequipa, entonces mis padres que por cierto después de muchísimos años habían regresado a Arequipa, cargando con ellos todos sus pequeñas pertenencias pero como repito ya se nos hizo díficil qacostubrearnos a la gran ciudad, extrañábamos la tranquilidad de nuestro pueblo, las pastizales y los grandes árboles, extrañábamos bañarnos en las orillas del río Tambopata y río Madre de Dios, en épocas de playas todo el pueblo nos trasladábamos a disfrutar de su maravilla que nos ofracían sus playas y sus aguas maravillosas, en fin ya no pudimos acostumbrarnos en la ciudad blanca, por lo que mis padres nuevamente empaquaron sus baules, y sus maletas y a cargar con todo de retorno a nuestro Maravilloso Puerto Maldonado.

Recuerdo muchos pasajes y hechos importantes para mi escasos seis años y medio, nuestro viaje duro aproximadamente dos meses desde Arerquipa hasta mi querido Puerto, pasando por muchos pueblitos de la sierra como recuerdo Juli, Juliaca, Ayaviri, Sicuani, Ocongate, Quincemil, tazón, Inambari entre muchos otros. Sin embargo, uno de los sucesos más impresionantes que quedó grabado en mi memoría y que jamás la he podido olvidar, es un hecho tan real, que cuando los he comentado con algunas amistades por sus rotros miraba un poco de credibilidad, es decir que no creían, pero si eso fue real, no fue un sueño, ni una imaginación, de este hecho somos testigos más de 30 personas que viajabamos en ese carro, aunque han pasado más de 40 años de este hecho, aún lo tengo bien claro en mi memoria, recuerdo que una madrugada que estaba garuando un poco fuerte, es decir que llovisnaba pero no era lluvia, mi papá que por supuesto era un hombre Arequipeño pero bien apuesto, de tes blanca, ojos verdes, alto y bien fornido, pero sobre todo que era un hombre de las mejores virtudes que puede tener un ser humano, bueno en otro momento les contaré de mi padre, como les decía mi padre acompañado de 5 peronas varones y llevaban 3 rifles, es decir 3 escopetas Nº 16 que se utilizan en la selva para cazar animales, se fueron en busca de venados, picuros o cualquier otro animal, porque en verdad ya no teníamos con que alimentarnos, y como les dije el viaje fue muy largo y con muchas penurias, entonces mi padre que encabezaba la cazería él muy seguro y valiente se alejaron aproxim adamente a unos 150 metros de donde se encontraba nuestro carro, y derrepente se escuchó un tirotero como si fuera una guerra, todos muy asustados, mujeres niños y niñas y jóvenes nos escondimos entre los matorrales de la selva y así paso como dos horas que escuchamos pasos de los cazadores que venían agotados de su casería.


Entonces, todos empezamos a salir de nuestros escondites y los vaientes cazadores empezaron a narrarnos la historia del tiroteo, entonces todos quísimos ir a ver la INMENSA BOA DE APROXIMADAMENTE 40 METROS, estaba casi muerta, tirada al costado del puente Inambari,
tenía su cabeza casi totalmente destrozada con más de 20 tiros, su cuerpo baleada por todas partes, era de un color indescifrable un poco marrón, con manchas negras, y puntos amarillescos, tenía el grosor de un cilindro de gasolina (de 50 galones), el tamaño era bien grande mi padres y otros por ahí repetían que tenía aproximadamente 40 metros, la boa moribunda más muerta que viva, agonizaba en sus últimos momentos, se habían acabado las balas y entonces se notaba una alegría y tristeza a la vez entre los cazadores, porque habían acabado sus balas, pero se alistaban a sacar su cuero y su carne para tener provisiones por mucho tiempo.

Después de haber expectado por más de seis horas, grandes y chicos nos retiramos a nuestro lugar donde teníamos que prender la cosina para preparar nuestros alimentos, y fue que los cazadores al día siguiente se alistaron con machetes, cuchillos y tinas para empezar el despellejado y fileteado de su agradeb le carne.

Este relato que es totalmente real, estos ojos de Candela lo ha visto, y si quisieran detalles se los puedo relatar. hasta pronto.

Una Amiga para siempre. Candela

No hay comentarios:

Publicar un comentario